Pocas especies de las que pululan por los océanos, poseen una biografía tan pródiga en acontecimientos como la suculentas sardina. En fresco, en salazón, o en conserva, ha sido la piedra angular para gran parte de los hábitos nutritivos del hombre ibérico. Su papel alimenticio emerge hoy férreamente vinculado a la historia de las mesas y los fogones españoles, fiel a una tradición inmersa en la cultura Mediterráneo. En el discurrir de los siglos, la sardina ha sido para el pescador ibérico lo que el cerdo para el campesino. Al amparo de su pesca proliferaron artes y oficios, se desarrollaron actividades culturales e incluso se afianzaron sentimientos religiosos. Hoy, amparada en el proceso de aprecio progresivo de las especies azules, la sardina comienza a estar de moda en nutrición. Desde los arcanos más remotos de nuestra cultura, el más ilustre de los clubes asoma con paso firme para consolidar el papel que le corresponde.